Fer Mavec

Hello Wolf!

Fernando Mavec: Trastorno de Identidad Digital

Hoy, queridos lectores, he tenido una revelación. No de esas espirituales que te cambian la vida y te obligan a mudarte a Bali, no. Más bien una de esas revelaciones incómodas, como cuando te das cuenta de que la “amiga” que te manda memes a las tres de la mañana es la misma que te bloquea en Instagram para que no veas sus stories.
Hoy descubrí que mi marca personal sufre un trastorno de identidad digital tan grave que podría inspirar un biopic dirigido por Shyamalan.

Resulta que llevo años existiendo en internet como si fuera un equipo de fútbol de tercera división, con jugadores que no se conocen y camisetas de colores distintos. Está Fernando Mavec, el LinkedIn boy, serio y con foto de perfil que huele a networking caro. Está Fer Mavec, más relajado, que en Instagram sube fotos de café como si fueran trofeos de guerra. Está wolfmavec, ese lobo solitario que aparece en Twitter para soltar hilos como quien tira granadas en un parque infantil. Y luego están Ger Mavec y FerChzCa… que sinceramente no sé quién invitó a la fiesta, pero ahí están, respirando el mismo oxígeno digital que yo.

Mis proyectos tampoco ayudan. fernandomavec.com (spoiler: no existía como hub hasta hoy en mi cabeza), glucomentor.io y stablesensai.com operan como si fueran países con fronteras cerradas y embargos mutuos. No hay flujo, no hay integración, no hay ni un mísero “acerca de mí” que los una. Si quieres entender todo lo que hago, tienes que jugar una gymkana digital digna de un reality de Discovery Channel: “En busca del verdadero Fer Mavec”.

El problema no es solo que esto diluye mi autoridad. Es que cada versión mía compite por atención como primos en la lectura del testamento. Visualmente es un desastre: paletas de colores que no coinciden, tipografías que parecen elegidas por un comité de ciegos borrachos (y digo esto con respeto, porque yo ya tengo mi propia tarjeta VIP en el club de la baja visión). El resultado: nadie sabe quién soy. Ni yo.

Así que hoy, entre café y autocrítica, decidí que ya basta. Que no quiero seguir interpretando a James McAvoy en Fragmentado versión freelance. Que necesito terapia digital intensiva.

El plan es simple… bueno, simple como una boda con tres exes invitados:

  • LinkedIn para el señor formal: “Fernando Mavec”.
  • Redes sociales para el compa accesible: “Fer Mavec”.
  • Un hub central en fernandomavec.com como la fortaleza de la soledad, pero con enlaces y sin superhéroes de DC.
  • Integrar a GlucoMentor y StableSens AI para que parezca que nos hablamos y no que nos demandamos.
  • Paleta de colores unificada y tipografía accesible, porque el minimalismo no es una religión, pero casi.

Y aquí viene la lección, fresquita como diagnóstico de laboratorio: si no unificas tu identidad digital, te conviertes en una anécdota confusa que la gente cuenta mal. Y la audiencia, cuando rellena huecos, no es creativa: es cruel.

Así que hoy no me siento motivado ni inspirado. Me siento un paciente recién diagnosticado, que salió de la consulta con una receta clara: dejar de ser un rompecabezas sin caja y empezar a ser, al menos, una figura reconocible. No sé si el plan funcionará. No sé si en tres meses estaré tirando todo por la borda y abriendo “wolfmavec2.0”.
Pero hoy, por primera vez, sé que no quiero ser un thriller psicológico digital. Quiero ser, como mínimo, una serie limitada de HBO con buen presupuesto.

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